domingo, 24 de enero de 2016

UNA MANCHA DE TINTA EN LA SIEN (EDITORIAL)

               Hace un par de días, mientras me aseaba frente al espejo del cuarto de baño, descubrí que tenía una mancha en la sien derecha. No era muy grande pero tampoco la recordaba de la vez anterior que había consultado mi reflejo, así que decidí prestarle atención. Un vistazo más de cerca reveló que era de color azul oscuro. Me tranquilicé, sonreí. Con un dedo mojado froté la mancha, que empalideció enseguida. No desaparecería del todo, no tan pronto. Había reconocido su particular naturaleza: era tinta, tinta para pluma estilográfica. Suelo usarla para mis escritos y, cuando la recargo, unas gotas quedan en el plumín o se derraman sobre el papel, el mantel de la mesa, el dorso de mi mano. Es habitual que me manche. Acabé de limpiar aquel rastro y olvidé el asunto.
            Sin embargo, hay imágenes que se resisten a quedar como superfluas o meramente accidentales. Echan raíces, crecen luego por sí mismas y entablan su propio juego de asociaciones y matices. Quizá cobren con ello, a veces, la cualidad de metáforas de otra cosa. ¿Pero de qué? El recuerdo de la mancha de tinta me acudía una y otra vez, pujaba, reclamaba una consideración. En mi sien, en mis dedos, había manchas de tinta; casi parecía que mi piel las exudaba, igual que mana la sangre de una pequeña herida. Ambas, sangre y tinta, eran fluidos y me recorrían por igual. Porque —razoné, dejando atrás este símil un poco burdo— la escritura es mi ser más verdadero y las otras cosas que hago cubren ese ser igual que las capas de una cebolla. Esta era una segunda metáfora, pero en ella encontré más verdad que en la anterior: las proverbiales capas de la cebolla no protegían ni ocultaban su centro; las capas eran la cebolla. Tenía que concluir que, al menos desde un punto de vista poético, yo era escritura pero también esas otras cosas. Y, si la escritura dominaba en ocasiones, era porque aquello que uno siente como su vocación permanece sobre todo lo demás y le concede, sin pretenderlo, un hilo conductor, una personalidad, una constante. Se escribe para comprender, para conservar un retrato de lo que se ha vivido y pensado. La literatura le convierte a uno, con frecuencia, en notario de su propia inquietud.

             Este blog tiene vocación de miscelánea pero cuenta con una idea que, tal vez, solo tal vez, sea suficiente para concederle homogeneidad: ofrecer un vistazo al interior del armario desordenado que es toda imaginación, una panorámica de lo mínimo y una inspección en detalle de la vastedad de las impresiones y las ideas que hacen de nuestro pensamiento un territorio de proporciones variables y siempre difíciles de calcular. Lo irreal forma parte de nosotros, y no una parte pequeña. Con la intención de vivirlo, soñamos; y la lectura supone muchas veces un intento de captarlo en todos sus matices, adaptarnos a su volumen y a los nervios vivos de su sensibilidad siempre despierta. El lector se acostumbra poco a poco a las formas y criterios del mundo que recorre igual que el visitante de una casa desconocida, cuyos rincones y costumbres descubre a medida que entra en sus muchas habitaciones. Quien escribe camina, a lo sumo, unos pocos pasos por delante y aparta una cortina, señala el mueble donde se guardan los botones o el tarro del café, indica que debe tenerse cuidado con la loseta que está suelta. Puede que este guía posea todos los datos y pormenores de lo que nos muestra pero su ventaja, hay que recordarlo, es solo de unos cuantos pasos. Y ahora, si son tan amables de seguirme, les iré indicando. Por aquí, por favor. 

Entrevista en Radio SER Madrid Norte, septiembre de 2015.

Enlace al audio. Mi intervención comienza, más o menos, en el minuto cuatro.


http://www.sermadridnorte.com/multimedia/2015/09/audio/contenidos_13473_51628.mp3

La novela breve "Batalla y campo de batalla" recibe el primer premio en el certamen "El fungible de Alcobendas".

                     

Enlace para descarga (copiar y pegar en la barra de direcciones del buscador)
http://www.alcobendas.org/recursos/doc/Cultura/1064981239_912201585717.pdf







Con mis compañeros premiados, la organización del certamen, Luis Mateo Díez, miembro del jurado y Soledad Puértolas, escritora invitada.



http://www.centrodeartealcobendas.org/es/el-fungible-mediateca